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martes, 27 de noviembre de 2007

La rojinegra.

La verdad es que aún queriendo escribir algo sobre la muerte del genial actor, no he podido, ya que no queriendo hacer del texto un panegírico, no encontraba palabras para la falta de respeto y la hipocresía de la que es capaz de hacer circo este país.

Por eso prefiero transmitir este artículo del Rojo y Negro, de Abel Ortiz, publicado el 23-11-07

Abel Ortiz. La Rojinegra.

El parlamento, donde reside la soberanía popular según los textos legales, puesto en pie, aplaude a Fernando Fernán Gómez, el anarquista. El presidente del gobierno socialista, el alcalde conservador de Madrid, el ministro de cultura. El estado, y el país, delante de la bandera roja y negra. La misma que muchos pretenden criminalizar hoy como hace un siglo. El último acto del actor más genial.

Demuestra, a quien quiera entender, que el amor libre, el apoyo mutuo, la fraternidad, el internacionalismo, el pacifismo, la justicia social, la emancipación de los explotados y otras aspiraciones libertarias, no son ideas de violentos grupúsculos radicales antisistema afines a la extrema izquierda con oscuras conexiones en montañas no muy lejanas.

Igualar a los fascistas, presentes en la calle con asesinatos recientes y continuados, como se está haciendo, más o menos solapadamente, con los anarquistas, utilizando el sobado argumento de que los extremos se tocan, es absurdo y, sobre todo, muy mal intencionado. No es cierto ahora ni lo fue nunca. Fernando Fernán Gómez no era un extremista ni nada que se le parezca. Cómico de profesión, persona razonable, tipo cabal, equilibrado, culto, cercano, valleinclanesco, renacentista, eterno perseguidor de los misterios del libre albedrío, obrero del escenario y académico. Intachable ciudadano.

En el Teatro, a la vista de todos, sobre el escenario, Fernando Fernán Gómez, recita sus últimos versos mudos envuelto en la bandera anarcosindicalista. Fuera, en la calle, hace frío. En las paredes carteles contra la inmigración. En los periódicos y radios racismo de baja intensidad; Inmigración ordenada, caridad, condescendencia. Nadie habla de fronteras criminales ni del odio a los pobres, tan fascista. Si los inmigrantes vinieran con dinero, como hicieron los fugitivos nazis en los cuarenta, los turistas europeos en Benidorm y similares durante los sesenta o los jeques árabes en la Marbella de los setenta, quienes los asesinan y apalean irían a recibirlos a Barajas con una banda de majorettes, la tuna de derecho, demostraciones folklóricas y un vino español. Ricos contra pobres. Esa es la cuestión.

Este caso, el de ricos contra pobres, ilustra perfectamente la debilidad del razonamiento, más bien tic mental, según el cual los extremos se tocan. Quienes son extremadamente ricos y quienes son extremadamente pobres igualados en las conciencias de los profesionales de la equidistancia. Quienes matan y quienes mueren en el mismo lodo.

Aunque el tiempo haya borrado el caminito Fernando Fernán Gómez y otros como él han dejado pistas. En tiempos de confusión, intoxicación y violencia extrema, en Lavapiés y en desiertos lejanos, una voz clara y rotunda se eleva sobre las demás sin decir nada. Desde el silencio nos llega una última voluntad emocionante del anarquista muerto. Para que no haya dudas. La rojinegra.

domingo, 25 de noviembre de 2007

La poesía de la ciencia.

El fantasma de Valporquero. (Cuevas de Valporquero - León)


La forma, la roca y el que nombra.

Hablamos del lenguaje científico-técnico. Los términos técnicos se suelen caracterizar por ser un lenguaje unívoco y monorreferencial, es decir, son palabras de un solo significado y una sola designación, así el término corresponde a un único objeto, a un único hecho, a una sola acción, pues es indispensable para trabajar, el método científico; se trata de ordenar, se va acotando el conocimiento en pequeñas parcelas que permitan dominar el campo, el conocimiento se ara pensando y pasa de ser una desconocida selva a ricos campos de cultivo ordenados y accesibles, que permiten que las semillas que en ellos queramos sembrar, crezcan con las mejores garantías de sustrato, nutrición y orientación.

Esa es la teoría, ahora bien, como siempre, hay excepciones y particularmente creo que son muchas las excepciones.

Por los poros de la ciencia percola la poesía, es el remanente humano de todo lo tocado por el hombre, el sueño de la imaginación que emana de la investigación, de aquel que descubre, del que pone nombres y del que nombra.

Un ejemplo claro es el de la ciencia de la geología. Cuando hablamos de geomorfológía, los términos son completamente metafóricos y las formas se llenan de magia que emana del imaginario popular, cual observador de formas de nubes, que nombra la más pura metáfora, al nombrar vaporosas semejanzas; ejemplos son pitones, torres, mesa, placa, garganta, mogote, aguja, sala, bóveda, dorsal, sierra, cortina, hombro, contrafuerte, embudo, sumidero, laberinto, abanico, horcada, cabecera, labio, cordón, lomo, manto, anfiteatro, terraza, pie, falda, zócalo, caldera, olla, repisa, abrigo, boca, cuenca, cubeta... así hasta llegar términos tan metáforicos y míticos como marmita de gigante o chimeneas de las hadas. Es curiosa la manera en la que se entremezcla la arquitectura natural del paisaje, la forma natural, con la aquitectura del hombre, con la forma artificial. Pués el geológo sale al campo, llama de tú a la piedra y mira a los ojos a la forma. Entonces habla.

Suele suceder que el que observa tiene ojos de poeta y voz humana, y nombra por sombras, aquellas que proyecta lo conocido sobre lo que está por conocer.

La ciencia es la narración de un poeta, y todo empieza como "es como...".
Cada término una metáfora, cada explicación un verso.

La poesía en poco se diferencia de la ciencia y esta en consecuencia, de la poesía. No hay ciencia más bonita que la del poeta que investiga, ni poesía más bonita que la del científico que descubre.


(Que guste.)

martes, 20 de noviembre de 2007

El futbol, esférica estupidez.


A mi no me gusta el fútbol y de esto hablábamos ayer tomando unas cervezas, de lo absurda que resultaba la afición en general, pues en la barra, exaltados, comentaban varios aficionados las jugadas de un partido de un conocido equipo como si ellos formasen parte del juego. De hecho, forman parte.

- ¡Marcamos un golazo!, vaya partidazo que jugamos, a este paso vamos a ganar todos los partidos! -

Esta y mil frases más representan lo que quiero decir. Como es posible que los aficionados se integren de tal manera en un equipo de fútbol, que sufran y discutan, se cabreen, se enfrenten las personas entre si... a mi me parece como otras muchas cosas, opio para el pueblo.

Noa, una amiga, planteaba un paralelismo suficientemente significativo:

- Yo puedo ser la fan número uno de Iron Maiden, pero no se me ocurre decir "vaya solo de guitarra que nos hicimos en el concierto de anoche, tocamos Run to the hills como nunca" o "el solo de batería que hicimos fue brutal"

Sencillamente absurdo.