No le quise decir nada.
La encontré vaga.
Ella no dijo nada.
Se quedó en la misma postura relajada en la que debió estar vete a
saber cuanto tiempo antes, en el banco del parque del lugar en el
que concertamos esta dificil entrevista.
Solo le dije hola.
Me quedé de pié, en frente justo.
Un poco mirando al aire, al espacio que quedaba entre ella y yo, un
poco a ella, mirándola, otro poquito despreciable... El gasto de
mirar.
Sopesando posibilidades, deseando disfrutar de su cuerpo,
recordando las nocturnidades con Chopin y en sus brazos.
Recuerdo que pensé de su actitud – si se deja más líquida se me
evapora-.
No hizo más que dejar tan solo su mirada resbalarme lentamente en
una exhaustiva prospección prosopográfica que me actualizaba en
sus recuerdos, que me bautizaba en su presente...
No aprecié nada en su expresión, tan sólo una ligera beligerancia
que ponderaba la acción siguiente pero…
Ella no dijo nada.
La encontré vaga.
No le quise decir nada.
iago
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