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miércoles, 19 de diciembre de 2007

Republicar.

(que en este caso no es un sustantivo, ni un verbo sustantivador; no es el acto de hacer república, quiere decir que vuelvo a publicar)

De la poca poesía que escribo, solo una se publicó oficialmente, con todos los honores. Supongo que es menester de poeta quedar desencantado con su obra tan pronto la ve impresa y firmada, con fecha y sentenciada. Así, de esta manera, se pone el punto y final al poema para siempre. Una situación postorgásmica. La poesía sacia. Por eso es necesario a la vez que doloroso, publicar. Doloroso, porque hasta entonces, la poesía es un juguete revelador para el poeta, es poesía metamorfósica, parlanchina y agradecida.

Republicar sirve para entenderse un poco más. Hay que hacer el pequeño esfuerzo de reconocerse. Ayer hablaba de esta poesía con otra persona y hoy la he releído. Me gusta mucho menos que cualquiera de las otras veces que haya estado con ella. Ya no funciona como un juguete, funciona como un arma. Así con todas.



ESTACIONES.

Hay que volver a los cauces,
que corra el agua,
que descienda por los valles y que llegue al mar,
para volver en brutal ciclo
y no dejar que se levanten los ríos hasta el cenit, nerviando el espacio,
y los océanos se vacíen de espaldas hacia el cielo.

Debemos trabajar con la tierra,
mientras nos vive dando vueltas a una estrella.

Tiene que llegar la primavera,
que la sabia se embrutezca y se elabore,
llenando de vida los bosques,
tiene que bajar el agua de los glaciares
para helar las gargantas de los pastores
y humedecer las brañas hasta las entrañas.

Tiene que llegar el verano,
que las ballenas bajen del norte,
que los rayos del sol que resbalan en invierno ahora se aplomen.
Que cada día tenga sus hemistiquios de calor.

Tiene que caer el otoño,
como sus hojas,
como una cortina marrón de tiempo muerto,
que perpetua el haya y el castaño,
que pinta el paisaje en Irati,
que engendra un sueño de antaño.

Tiene que volver el invierno,
a su debido tiempo,
para atrapar de nuevo en cristales ese brutal ciclo
en altas cumbres
y dar reposo al oso,
mientras se consume por dentro
esperando a su primavera...
¡Primavera y su orgía vegetal de androceos y gineceos!,
¡de polen que vuela penetrando lo impenetrable!,
¡truchas que saltan, salmones parabólicos!
¡hambre de animales en animales!
¡energía viva que respira!

Osas mayores que paren frutos y semillas.

Tenemos que luchar por mañana,
para que las ganas y la esperanza no se queden en ayer.


Publicado en "La Campana; semanario anarcosindicalista - información y debate anarquista" en su época IIIª, Número 28. Editado por la Escuela Errico Malatesta, fundada en el seno del Sindicato Único de Trabajadores "SOLIDARIDAD OBRERA"

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